domingo, 12 de julio de 2009

Rosa sin espinas

Han pasado algo menos de dos años desde que nació UPyD y la "solidez" del proyecto ya parece empezar a resquebrajarse. Hace unos meses dimitieron varios cargos dirigentes -aunque sin suspender su militancia- y ahora muchos de ellos se marchan irremediablemente, desencantados con el proyecto. Bien por voluntad propia, o bien "señalados" en un expediente, aquellos díscolos que osan proponer candidaturas alternativas a la de Rosa Díez se han topado con el oprobio de verse rechazados por el "oficialismo" de UPyD.
Los últimos acontecimientos han servido para despegar la careta de color rosa que escondía el rostro de la Susodicha, y ha sacado a la luz pública lo que las evidencias señalaban: bajo el sueño de UPyD no había más que un proyecto político personalista y -como consecuencia natural- autoritario y poco democrático. Los medios de comunicación ya lo habían advertido inconscientemente cuando se referían a las siglas como "el partido de Rosa Díez", una imagen que tampoco parecía incomodar demasiado a la diputada por Madrid.
Para ser justos a la verdad, no creo que Unión, Progreso y Democracia sea un partido mucho más despótico que los dos gigantes políticos a los que pretendía hacer sombra. La noticia, en este caso, es que ha defraudado necesariamente las expectativas de quienes pensaban en la formación como una especie de revulsivo que traería a España un nuevo regeneracionismo. Rosa Díez -como buena hija política del bipartidismo- comprende a la perfección los mecanismos del sistema para alcanzar el poder: jerarquía definida y filas bien prietas.
En el fondo, parece que al votante le gustan los partidos monolíticos en los que la cadena de poder está perfectamente ordenada y decidida desde arriba hacia abajo. Los partidos entran en crisis cuando se discuten los "liderazgos naturales" y luego son castigados electoralmente. Una buena prueba es Izquierda Unida y sus intentos más o menos eficaces de democracia interna, que son generalmente mal recompensados por la opinión pública y los electores.
En definitiva, lo que ha pasado en UPyD es que a la Rosa le han podado las espinas. De esta "purga" interna saldrá seguramente un partido más fuerte, con una voz más clara y con capacidades de gobierno mucho más acentuadas. Lo que desde luego no podemos esperar es una institución más autocrítica y capaz de recoger las inquietudes de la sociedad a la que sirve; en definitiva, que se olviden quienes imaginaban una alternativa diferente a la del PPSOE, un proyecto levantado desde abajo hacia arriba. Se ha visto que esto no es más que otra fábrica de orientar egos y capitales hacia un único objetivo: la consecución del poder político.


Más información en: "Ésta no es la web de UPyD"

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