domingo, 13 de septiembre de 2009

Propuestas progresistas para salir de la crisis

Un adusto José Luis Rodríguez Zapatero se enfrentó esta semana a un Congreso de los Diputados que nunca antes le había parecido tan hostil. Dos millones y medio de parados son dos millones y medio de razones para que Zapatero se tense en su escaño, pues la incoherencia de las medidas anticrisis propuestas por el presidente enervó por igual a todos los grupos de oposición. Para nada consiguió convencer a nadie.
Antes de continuar, me parece un poco precipitada y alarmista la conclusión que ha sacado el PP de todo esto: que el gobierno quiere aliviar el aguje
ro en las cuentas públicas recaudando mil euros a cada familia. De la misma manera que es posible ahogarse en un río con un centímetro de profundidad media -si tenemos la mala suerte de dar con una sima- que el Ejecutivo vaya a incrementar en 15.000 millones de euros no significa que todos vayan a escotar por igual en esta "derrama extraordinaria", aunque nunca se sabe, ya que el sistema impositivo español se basa en que paguen más quienes menos tienen (aunque nos hagan creer lo contario).
No sería la primera vez que el partido que hoy nos gobierna delega todo el peso de la debacle económica sobre las clases trabajadoras -me niego a llamarlas "clases medias"-, mientras que mima a los que más tienen, que no por casualidad son los causantes de este desastre. Tal vez tengan su idea peculiar de lo que significa ser un partido socialista y obrero: socializar la pobreza entre todos los obreros cuando las cosas vienen mal dadas.
Si de verdad quiere que los más ricos sean quienes paguen la crisis, no entiendo algunas de sus medidas:


- Suprimir el impuesto sobre el patrimonio: Se trataba de un tributo que gravaba las grandes fortunas, que pagaba un porcentaje ínfimo de la ciudadanía (los grandes propietarios) y que aportaba al erario casi 10.000 millones de euros. Además, casi toda la base patrimonial era capital especulativo.


- Devolver 400 euros en el IRPF: Consiste en devolver anualmente 66.000 chuchas de las de antes a cada contribuyente del impuesto de la renta, sin otro motivo que estimular el consumo. 400 euros es lo que cuesta una sola mensualidad de un alquiler en una ciudad grande, una cantidad que dudosamente va estimular el consumo en términos generales pero que retrae una cantidad importante de las arcas del Estado.
Por otra parte, este dinero no lo reciben todos, sino los que tributan el IRPF. Esto excluye submileuristas, becariado, parados, pensionistas... lo más bajo de la pirámide social posmoderna. Solamente los asalariados -los "pata negra" del proletariado contemporáneo- reciben esta cantidad.

- Regalar 420 mensuales a los parados: Aparentemente una buena medida para paliar el drama del desempleo en las familias. No obstante, no llego a entender cómo se justifica que sólo tengan derecho a percibir esta prestación extraordinaria los que hayan perdido su trabajo después del 1 de agosto (o el 1 de junio si se modifica el Decreto). A mi entender, una persona que haya estado recibiendo ingresos hasta hace un mes tiene menos necesidades económicas que otra que lleve meses en situación de desempleo.

- Subir impuestos indirectos: Incrementar la presión impositiva con este tipo de tributos -por ejemplo, el IVA- es de lo menos progresista que se pueda imaginar. Aquí no pagan más los que más tienen sino que la carga tributaria recae en función de la naturaleza de los bienes de consumo, y no de las condiciones personales del contribuyente.
Se ve mucho más claro con un ejemplo: si Amancio Ortega -el hombre más rico de España- se compra una barra de pan paga la misma cantidad de impuesto indirecto que un pensionista que adquiere ese mismo producto. Obviamente el coste comparativo del impuesto es mucho mayor para el que tiene menos patrimonio que para el que tiene más, pero los impuestos indirectos no distinguen entre contribuyentes (Amancio Ortega y el pensionista) sino que gravan en función del bien de consumo, por ejemplo, para la barra de pan se paga menos IVA que para otros productos.
Por otra parte, subir los impuestos indirectos castiga el consumo, ya que encarece los productos. Cuando baja el consumo aumenta el desempleo: es uno de los principios básicos de la economía.

A mi se me ocurren muchas algunas propuestas para reducir el gasto público sin recortar prestaciones sociales y sin castigar a los trabajadores y consumidores. Por ejemplo, se podrían traer de vuelta los buques de guerra de la Operación Atalanta contra la piratería en el Índico, que supone un gasto público millonario para preservar beneficios empresariales mucho menores de las empresas pesqueras que allí operan. También se podrían suprimir instituciones inútiles (
diputaciones provinciales, Ministerio de Igualdad, embajadas autonómicas...) por no hablar subvenciones a mentecatos diversos, ordenadores portátiles para alumnos de quinto de primaria, teléfono gratuito para maltratadores... Miles de euros tirados a la basura todos los días.

2 comentarios:

Osvaldo dijo...

¿Cuál será la causa de tan baja eficiencia?
Es interesante, pues, en nuestra época existen muchos métodos para optimizar el desempeño de los trabajadores dentro de empresas y organizaciones, pero, el gobierno no parece tomarlos, o no los toma del todo, al final, todos pagamos por decisiones poco efectivas

Daniel dijo...

Las únicas soluciones que interesan a los políticos son aquellas tendentes a favorecer su estancia en la poltrona.

Un saludo, Osvaldo