lunes, 14 de enero de 2008

Comienza la carrera a La Moncloa

Esta tarde el Presidente del Gobierno ha disuelto las Cortes, dando por finalizada la legislatura y fijando el próximo 9 de marzo como fecha para las próximas elecciones generales. A partir de mañana -cuando el anuncio se haga oficial en el BOE- empezará la carrera de los partidos por hacerse con más escaños en el Congreso, que al final permitirá a algún cabeza de lista sentarse en el sillón presidencial.
Pocas dudas caben de que va a ser una campaña especialmente encendida, en la que todos los partidos harán lo que sea por arañar votos al rival y por levantar del sofá a quienes no tienen pensado acudir a las urnas. Se proferirán gritos, se insultará y los políticos haran todo tipo de payasadas y comentarios fuera de lugar, pues en campaña todo vale. Se lanzarán mensajes sensacionalistas, triunfalistas, agoreros y apocalípticos (puede que alguno sea incluso divertido). En todo caso, serán mensajes vacíos de contenido pero fácilmente convertibles en titulares de periódico al día siguiente.
El estilo de la política contemporánea se presta a una campaña superficial, morbosa y televisiva. En definitiva, una campaña muy estadounidense, fundamentada en la anécdota y no en las ideas. Es probable que los partidos no pidan el voto para ellos, sino el voto contra sus rivales políticos. Prometerán y prometerán, olvidando lo anteriormente prometido y confiando en el impulso irracional de los electores cuando se topen con las urnas.
Frente a esto, propongo reflexión. No podemos dejar que los encantadores de serpientes nos lleven a votar impulsivamente, sin que el sufragio sea sincero, meditado y sentido desde dentro. Muchos tratarán de meternos miedo (miedo a la ruptura de España, miedo a los obispos manifestándose...), lo que sea con tal de exigir nuestro voto, en nombre del "voto útil". Tenemos que quedar por encima del miedo y reinvindicar que el único voto útil es aquel que emitimos desde el convencimiento y que revierte a la sociedad en forma de servicios y políticas que nos hacen más libres y felices. También está otro tipo de voto útil, el voto útil para los que no quieren que nada cambie. Ese es el voto que se quedará sentado en el sofá el 9-M.


(P.D: Quienes sigan habitualmente este blog se habrán dado cuenta de que los últimos artículos han bajado la intensidad. El motivo es que dentro de poco comienzo los exámenes de febrero, y no puedo dedicar todo el tiempo que quisiera a este blog. Es posible que no vuelva a escribir nada hasta dentro de un mes (alrededor del día 17 de febrero). Lo comento sólo a modo de aviso, para que se sepa que no abandono este blog aunque esté una temporada larga sin escribir en él.)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Falta entereza política, nivel intelectual y los políticos apelan a las emociones para llegar a la sociedad. Sin embargo, hacen falta políticos como los de antes, con la fuerza de Arzalluz, el carisma de Felipe, los ataques de Pujol o la entereza de Anguita. Hoy quizá son mejores personas -parece más que obvio- pero en la arena política en lugar de toros de la dehesa extremeña solamente aparecen reses de cartón.
En fin, que hoy pese a todo, se vota más en contra de alguien que a favor de un partido o de un representante político.
Después de la elección del inefable Pizarro, hoy parece más fácil saber a quien no se debe votar.

Daniel dijo...

No sé si los políticos de ahora son mejores o peores personas que los de antes, pero de todas formas creo que es irrelevante a la hora de hacer mejor o peor política (quizás sí a la hora de ganar o perder votos).
Lo que parece es que una vez más va a ganar la abstención, y eso sólo va a beneficiar a unos...

Un saludo