domingo, 2 de noviembre de 2008

Denuncio lo políticamente correcto

¡Cuidado! Mucho cuidado con el reino de lo políticamente correcto, el imperio de los eufemismos y la dictadura del buenismo y el pensamiento dirigido. Cuidado, pues caminamos dóciles hacia un desierto intelectual en el que un ente colectivo difuso se cree legitimado para juzgarnos por pensar con autonomía y donde aquel que se mueve más de la cuenta se sale de la foto.
Hace unos días leía con asombro -y no menos repugnancia- como un homosexual narraba en su blog personal una violación que practicó (matuvo una práctica sexual con otro hombre sin su consentimiento). Si la conducta de éste sujeto me inspiraba un rechazo visceral, no fue menor mi rechazo a la condescendencia que los lectores de esa persona manifestaban hacia la acción narrada: algunos felicitaban al autor, mientras otros expresaban lo "morboso" de la situación. Esta anécdota me hizo reflexionar: ¿habría sido la gente tan tolerante si hubiesen contado una violación a una mujer?
El pensamiento políticamente correcto ha implantado una tenaza virtual sobre la conciencia social y nos está limitando la capacidad crítica de juzgar la sociedad. Creo -quiero creer- que realmente hubo personas que sintieron lo mismo que yo al leer la descripción de un acto tan abyecto; pero también creo que no se atrevieron a protestar por miedo a ser acusados de intolerantes. Parece que un "Pepito Grillo", enarbolando la bandera de lo políticamente correcto, nos dice que forzar sexualmente a una persona no es tan malo si se hace en un contexto homosexual.
En definitiva, este sofismo posmoderno de los guardianes de lo políticamente correcto nos está conduciendo hacia un relativismo que socava las conciencias. Cada vez más se juzga a la gente por lo que es y no por lo que hace: de la misma manera que una violación es "romántica" o "morbosa" cuando responde a un impulso homosexual, podemos acabar justificando agresiones de mujeres contra sus maridos (que también ocurren, aunque sea más frecuente lo contrario).
Ante esto, hay que ser fuerte y defender los principios, que a menudo se consideran conservadores, aunque puedan ser de lo más progresista. No es justo ni ético discriminar, vilipendiar y rechazar a las personas por motivo de género, raza, orientación sexual... pero tampoco pertenecer a un colectivo históricamente marginado puede dar carta blanca para actuar incorrectamente. Tolerancia, sí, pero al mismo tiempo que tendemos la mano al que nunca ha tenido voz y le ofrecemos nuestra comprensión y nuestra empatía hay que señalar y denunciar públicamente al que abusa de su papel de discriminado para dañar al prójimo con impudicia. Hay que salirse del rebaño, aunque haga frío fuera.
Abogo porque construyamos proyectos de humanidad positivos y por vivir nuestra existencia sin complejos. Propongo dejar a los amargados en su reino de lo políticamente correcto, en su imperio de los eufemismos y en la dictadura del buenismo y el pensamiento dirigido. Somos libres.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No puedo estar más de acuerdo. Ya vale de abusos, de discriminación positiva mal entendida, de degradación moral, de relativismo y de mierda. Me aburre esta sociedad que tolera a algunos y es férrea con otros. Ese doble rasero es propio de una dictadura que es a lo que nos lleva este Gobierno "de bien quedar" y "de poco hacer". Enhorabuena por la entrada. No se podía haber expresado mejor.

Daniel dijo...

Si sólo fuera problema del gobierno... no andaría tan mal la cosa.

Gracias por comentar